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En el pasado

vintage machinery placing pipe in field
Como se ve en el Tried & True Número de primavera de 2023

La excavación y la instalación de drenajes es un trabajo duro. Implica largas horas al aire libre bajo el sol ardiente manteniendo una intensa concentración, todo ello mientras se maneja maquinaria complicada con la cantidad adecuada de habilidad y delicadeza. Pero, ¿se imagina lo difícil que lo tenían las generaciones pasadas antes de la tecnología moderna?

Hasta finales de la década de 1920, la mayoría de las zanjas para tejas se excavaban con simples herramientas manuales y un trabajo agotador. Aunque las zanjadoras de vapor -inventadas a finales del siglo XIX- facilitaban mucho la tarea a una minoría de agricultores acomodados, los agricultores de la época rara vez podían permitírselas. Era una época en la que la mayoría de los agricultores eran pobres, al menos en lo que se refiere al dinero necesario para invertir en tecnología punta, como los aparatos de vapor. Es un poco como esperar que un conductor de Uber disponga del dinero necesario para comprarse un Tesla nuevo: puede que sea una inversión rentable para su trabajo a largo plazo, pero el coste de esa posibilidad puede ser un obstáculo para la mayoría de los profesionales. Tal era el caso de la mayoría de los agricultores y la maquinaria antigua.

Además de una excavación más difícil, la colocación de tejas también era mucho más dura en el pasado. La arcilla es un material más quebradizo y rígido que los plásticos modernos que se utilizan para fabricar las tuberías onduladas de hoy en día, por lo que las baldosas de arcilla de antaño eran muy resistentes en comparación con las tuberías modernas, y también mucho más pesadas de transportar.

Afortunadamente, los antiguos excavadores de zanjas y colocadores de baldosas idearon algunos trucos para hacer su trabajo menos desalentador. En primer lugar, los agricultores solían abordar la instalación de baldosas con una mentalidad estrictamente "según las necesidades". Con ojo perspicaz, evaluaban sus campos en busca de "puntos problemáticos" en los que el crecimiento de los cultivos se hubiera visto claramente afectado por el exceso de agua en el suelo. Entonces marcaban esos puntos como lugares donde colocar las baldosas cuando el tiempo y los recursos lo permitían.

Sin embargo, algunos agricultores planificaron y construyeron redes de baldosas en sus propiedades. En estos casos, a menudo se aprovechaban los contornos naturales del terreno para reducir la carga de trabajo. Un desnivel natural del terreno podía convertirse en la base de una zanja de tejas si las condiciones eran las adecuadas.

Cuando llegaba el momento de excavar, la unión hacía la fuerza: grandes equipos de más de veinte personas trabajaban a la vez. Para la nivelación, los excavadores colocaban estacas a intervalos para ayudar a medir la elevación a simple vista o, si había suerte, con las herramientas topográficas de la época.

En general, la cantidad de tiempo y esfuerzo que se dedicó a la colocación de baldosas en estos tiempos es un testimonio de larga data del valor del drenaje subterráneo. Ninguna persona en su sano juicio se plantearía la tarea si no fuera por el valor que veía a cambio. Ese valor sigue existiendo hoy en día -más que nunca, gracias a los avances en ingeniería de tuberías de desagüe y equipos específicos del sector- y con muchas menos complicaciones.